Por Clara Burriel Pérez
La participación de mujeres en conflictos de Oriente Medio y en organizaciones “terroristas” o violentas no constituye un fenómeno nuevo. Diferentes movimientos han incorporado mujeres a sus filas, como los Tigres de Liberación de Tamil de Eelam (LTT, por sus siglas en inglés) en Sri Lanka o el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), que lucha actualmente contra el Daesh en Siria. En Irak, participaron en la insurgencia, y también hubo mujeres combatientes de primera línea en los primeros levantamientos anticoloniales del siglo XIX en Argelia. Las mujeres también han actuado como atacantes suicidas y tomadoras de rehenes, como en el caso de la Viudas Negras de Chechenia, y otras, como Leila Khaled, han participado activamente en organizaciones palestinas. También Israel es famoso por reclutar mujeres. Muchas otras han participado en bombardeos, reclutamiento y apoyo de causas terroristas. Aunque no estaban involucradas en la yihad violenta activa, también para Al-Qaeda las mujeres fueron un recurso importante.
A pesar de ello, la investigación sobre terrorismo todavía deja de lado la participación de las mujeres en grupos violentos. Esto es debido, en primer lugar, a que estas investigaciones se centran principalmente en los perpetradores de la violencia física, que tradicionalmente han sido hombres. En cambio, las mujeres históricamente han asumido roles normalmente no violentos y de apoyo, actuando como espías o simpatizantes, asumiendo funciones de liderazgo, estrategia, motivación y de difusión de la ideología. Muchos gobiernos ni siquiera contemplan esta clase de acciones no violentas dentro de sus políticas antiterroristas, por lo que estas funciones no están representadas dentro de los datos oficiales. En segundo lugar, el estatus de minoría de las mujeres en las estructuras formales y en los roles organizativos de los grupos terroristas significa que hay menos mujeres que hombres, lo que las hace menos accesibles como grupo de investigación. Finalmente, existe una falta de perspectiva de género en las instituciones de seguridad, que crea una tendencia a no considerar a las mujeres como terroristas, incluso cuando están incrustadas en estas organizaciones y en sus movimientos de apoyo.
Sin embargo, recientemente se ha iniciado un intenso debate sobre el papel de las mujeres, y especialmente de las mujeres jóvenes, en el terrorismo, debido a la migración (hijra o hégira) de miles de ellas para unirse al Daesh. Aunque la mayoría ha viajado desde el norte de África y otras partes del Medio Oriente, Occidente se ha centrado en aquellos cientos que se han unido al Daesh desde Europa, Estados Unidos, Australia y Canadá.
Las mujeres en el Daesh
El Daesh, también conocido como Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) o Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL)[1], es la última encarnación de décadas de historia de grupos yihadistas salafíes que apuntan a establecer Estados islámicos a través de la violencia, y que se distingue de los mismos debido a su ambición territorial y a su deseo de construir un Estado islámico en Siria e Irak como un primer paso hacia un “Califato” global. Las familias han sido fundamentales en este proyecto, con un enfoque en la creación de una infraestructura física y social bajo estricta ley sharia. Esto incluye atraer a las mujeres al Estado islámico para que se casen con combatientes, den a luz a sus hijos y cumplan con funciones propagandísticas, lo que contrasta con el papel importante, pero principalmente de apoyo, previsto por Al- Qaeda para sus miembros femeninos.
Desde su creación, el Daesh ha tenido éxito en este reclutamiento de mujeres. Según estimaciones recientes, de 31.000 combatientes dentro de los territorios del Daesh, casi una quinta parte, aproximadamente 6.200, son mujeres[2]. De los 1.200 combatientes que se calcula han partido desde Francia para unirse al Daesh, se estima que casi el 35% son mujeres y niñas. En los Países Bajos, desde 2013, más de 50 mujeres holandesas han viajado a Irak y Siria, y se estima que 20 niños nacieron allí[3]. En el Reino Unido, la Policía Metropolitana sugiere que alrededor de un 10% de un total de 600 yihadistas migrantes son mujeres y niñas, mientras que de casi 700 alemanes en Irak y Siria, el 21% son mujeres.
Esta migración formada principalmente por adolescentes, aunque también por mujeres mayores, resulta difícil de comprender. Se tiende a asumir que las mujeres no quieren vivir en sociedades abiertamente violentas, donde sus roles se perciben como muy limitados. Esta falta de comprensión ha originado una tendencia general a sexualizar a estas mujeres, alegando que están cometiendo la llamada “yihad sexual”, buscando exclusivamente maridos y placer sexual. Esta tendencia se refleja en casi todos los medios de comunicación, que se refieren a ellas como “novias yihadistas” o como mujeres ingenuas que han sido “domesticadas” y engañadas por los hombres convirtiéndose así en víctimas no peligrosas, en lugar de agentes terroristas, capaces de crear daños en masa. También los investigadores, incapaces de conciliar la ideología patriarcal y religiosa del Daesh con este deseo de las mujeres occidentales de migrar, han mostrado una tendencia a suponer que las muhajirat[4] están motivadas por factores emocionales, en lugar de racionales. El mayor problema de estas creencias es que implica estas mujeres no deben ser tomadas en serio como agentes violentos. Al reducir su papel a la mera subordinación se incrementa el riesgo de que estas mujeres no tengan ninguna responsabilidad legal si regresan a Occidente.
En efecto, resulta llamativo que el Daesh sea capaz de incorporar mujeres en su organización, tanto locales como extranjeras, cuando el grupo parte de una narrativa islámica ultraconservadora respecto a las mismas. Muchas de estas mujeres son de clase media, cursan o han cursado una educación superior, y aun así deciden voluntariamente dejar atrás sus vidas, comparativamente más cómodas, para unirse al grupo terrorista. Las nuevas reclutas entran en contacto con el Daesh a través de Internet y, aunque pueden viajar a Siria o Irak en compañía de sus familiares, parece que estos vínculos preexistentes con miembros activos del grupo suelen ser, por lo general, débiles y poco comunes[5]. De este modo, es importante estudiar y comprender las verdaderas razones por las cuales estas mujeres occidentales pueden verse atraídas hacia grupos extremistas violentos y por qué algunas llegan a emigrar a Siria e Irak. Asimismo, es importante examinar cómo el Daesh consigue atraer a mujeres a través de métodos propagandísticos específicos, qué mecanismos emplea para incorporarlas dentro de su organización y cuál es el papel de estas mujeres dentro del Estado Islámico, o más bien cuáles son los roles que el Daesh les promete a las mujeres a su llegada en esta zona del Medio Oriente. Todo ello con el fin de comprender mejor este fenómeno como primer paso hacia el desarrollo de medidas para combatirlo.
[1] Estado Islámico (Islamic State o IS) es el término preferido por el grupo. El estado y el cambio de nombre se anunciaron en junio de 2014 cuando se declaró el califato, regido únicamente por la ley de Dios y sus verdaderos creyentes (comunidad o umma). En cambio, Daesh (Da’esh) es un término abreviado que proviene de su nombre original en árabe, que no los reconoce como un estado legítimo. ISIS o ISIL son los términos utilizados por la ONU y la mayoría de los otros gobiernos (aparte de los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, que prefieren Daesh).
[2] Patel, S. (2017). The Sultanate of Women: Exploring female roles in perpetrating and preventing violent extremism, Australian Strategic Policy Institute, February 2017. Recuperado de: https://www.aspi.org.au/report/sultanate-women-exploring-female-roles-perpetrating-and-preventing-violent-extremism
[3] Pearson, E. and Winterbotham, E. (2017). Women, Gender and Daesh Radicalisation: A Milieu Approach. RUSI Journal, 162(3). Tackling Extremism, National Security and Resilience Studies, Terrorism, Europe.
[4] Mujeres migrantes, en plural. En singular: muhajira /muhajirah.
[5] Loken, M. y Zelenz, A. (2017). Explaining extremism: Western women in Daesh. The University of Washington. Abril 2016.
Créditos de la imagen: https://www.hispantv.com/noticias/