Por Tania Herrera
La ciudad de Lima es nuevamente escenario de un evento internacional: el Foro Mundial de la Bicicleta. Diversas actividades están programadas para difundir el uso de este objeto técnico en la ciudad. Varias voces defienden el uso de la bicicleta y enfatizan en que es una verdadera alternativa al bus de transporte colectivo y, por supuesto, al auto. Si bien creo que la bicicleta ha de sumarse a la disponibilidad de opciones para movilizarse en la ciudad, no me parece correcto enfatizar en que debemos defenderla por sobre otras alternativas. Tampoco me parece que la defensa de la bicicleta concentre su esfuerzo en argumentar que su uso permite una circulación más rápida en la ciudad. En este breve comentario explico estos dos puntos y propongo que la promoción de la bicicleta, como alternativa de transporte urbano, cuestione la producción de la ciudad para la acumulación.
La extensión de las ciudades latinoamericanas requiere pensar en modos de transporte colectivo masivos, rápidos, articulados con tarifa única y energéticamente eficientes. Ya he desarrollado unos puntos para pensar cómo debe ser la movilidad en Lima. Si bien considero que la bicicleta es una opción válida de transporte, no me parece sensato afirmar que debe reemplazar el uso de los buses de transporte colectivo o que es una alternativa real para todos los ciudadanos. ¿Cómo se movilizarían, entonces, las personas con discapacidad o movilidad reducida, las personas con niños, cansadas tras largas jornadas de trabajo y que requieren viajar largas distancias? La bicicleta no puede reemplazar al bus de transporte colectivo, que debería ser público y tener una gran cobertura espacial-temporal (frecuencia horaria acorde a los ciudadanos y no a planes de ahorro presupuestario). Eso sí, la bicicleta y el bus (principalmente) deben reemplazar al auto privado, leitmotiv de problemas ecológicos y gran consumidor del espacio urbano (con el consecuente tráfico que perjudica a los más pobres[1]).
Junto a mi defensa del bus, considero que no se debe promover la bicicleta a través del argumento de la velocidad comparativa a otros medios de transporte. Insistir en que andar en bicicleta permite ahorrar tiempo y dinero es equivalente a promover prácticas irresponsables y egoístas por parte de los ciclistas. Ya he visto avezados ciclistas adelantando buses de los corredores de la Municipalidad de Lima, sin importarles las más de cuarenta personas que también esperan llegar pronto a sus destinos. El énfasis en la aceleración es muy próximo a un argumento liberal de productividad al máximo, de competencia entre medios de transporte y, además, de competencia entre ciudadanos. ¿Eres más inteligente por ir en bici? No, probablemente seas más privilegiado, por tu céntrica ubicación en relación al trabajo o al lugar de estudio. Los ciclistas debemos recordar esto y respetar al peatón y a las personas que van en transporte colectivo masivo. No caigamos en la dictadura de la bicicleta, asumida por algunos como medio de distinción de clase.
Creo que la promoción de la bicicleta debe ir acompañada por una legislación específica para regular su uso en la ciudad y evitar conductas inapropiadas, tanto de ciclistas como de peatones y otros usuarios de las vías. Superar la idea del uso exclusivo de la bicicleta para el ocio requiere también pensar al ciclista en la ciudad, en su producción y reproducción cotidiana. Seguramente el evento que se celebrará estos días nos dará luces al respecto.
Nota
[1] Ver estos informes de la CAF (2011) https://www.caf.com/media/4203/desarrollourbano_y_movilidad_americalatina.pdf y de Lima Como Vamos (2016) http://www.limacomovamos.org/movilidad-y-transporte/observatorio-de-movilidad-urbana-informe-2015-2016/
Créditos de la imagen: Anzabikes.com