Sobre la cuestión venezolana

Por Stephan Gruber

Un punto central del método de crítica a la economía política de Marx es capturado por György Lukács cuando señala la importancia de las crisis como los momentos privilegiados donde se vislumbra la unidad del sistema capitalista. En tiempos “tranquilos”, el capitalismo se caracteriza por su opacidad, por aparecer de manera heterogénea, en relaciones de producción y consumo dispersas, haciéndose escurridizo a su puesta en cuestión. Pero es en las crisis económicas donde se empiezan a hacer visibles las relaciones sociales de producción que subyacen a las distintas experiencias de las que somos parte como trabajadores, consumidores o empresarios.[1] En ese sentido, la labor de la crítica se da en estrecha relación con las crisis sociales, no tanto por una suerte de oportunismo de criticar cuando el sistema social falla, sino porque es su falla una vía para entender lo que está siempre allí en operación generando el cotidiano malestar difícil de localizar.[2] Sin embargo, es necesario agregar aquí un elemento adicional, la manera en que estas crisis sean pensadas y conceptualizadas determinará el derrotero social que se tomará para resolver esos problemas. Este punto, pensando casi 100 años después de Lukács por Rahel Jaeggi, lega a la teoría crítica con la labor de disputar por caracterizar los problemas sociales de la manera más plural y democrática posible, para poder atravesar los bloqueos ideológicos que buscan postular los problemas sociales de manera acotada que oculta su carácter sistémico.[3]

Partiendo de estas premisas fundacionales de la teoría crítica me gustaría proponer una lectura a la “cuestión venezolana” que agita el debate recientemente en el Perú. El punto que quiero hacer aquí es bastante concreto: se debe revisar la manera en que se está construyendo el sentido de la migración de los venezolanos al Perú en cuanto “problema”; es necesario atravesar varias opacidades alrededor de esta construcción discursiva para poder ver a través de los malestares sociales las relaciones sociales que lo implican.

La migración de grandes números de ciudadanos venezolanos ya tiene un largo tiempo configurándose en la imaginación social de peruanas y peruanos. Su primera forma fue a través de los reportajes de ambulantes venezolanos que aparecían en el centro de Lima vendiendo arepas enfundados en casacas con los colores de su país. Aquí el encuadre narrativo era básicamente el de historias personales y solían tener tres moralejas: la crueldad del régimen socialista de Maduro (argumento que servía más de crítica a la izquierdas locales que verdadera solidaridad con Venezuela); la solidaridad y recibimiento de los peruanos que ahora en tiempos de gloria hacen por otros lo que hicieron por ellos en los ochenta; y, finalmente, la épica de venezolanos que perdieron todo y ahora empiezan desde abajo.  Luego han seguido distintos tipos de reportajes, muchos de ellos “clickbaits” usados por websites para conseguir pagos por publicidad, donde se anuncian videos dónde un venezolano hace o algo valeroso, ingenioso o algo nefasto y reprobable. Aunque estas noticias, muchas de estas propagadas por diarios supuestamente serios, no tienen valor informativo alguno y apuntan al morbo más primario, el hecho que estos “virales” se reproduzcan da la señal de que los usuarios peruanos se ven atraídos por estas historias. En términos analíticos, se puede ver que hay un cierto “goce” nacional que se está articulando alrededor de estas coordenadas, es decir, se está configurando en nuestro imaginario una relación fantasmática con aquel otro, una relación que tendrá efectos en nuestra auto-representación individual y colectiva.

Con respecto a este complejo conglomerado de representaciones – aún difícil de entrañar y definir claramente – se ha hecho explícito, en los días recientes, lo que seguramente será la estructura básica de la manera en que el tema venezolano se va a concebir en la discusión política y social nacional: el venezolano como una amenaza laboral. Esta idea se ha ido incubando durante los últimos meses, tanto a nivel mediático como en conversaciones privadas (visible, sin embargo, en las redes sociales), produciendo la sensación generalizada de que los venezolanos están en todas partes. Luego ha venido el salto a la discusión política, empezando por las declaraciones del congresista del Frente Amplio Justiniano Apaza exigiendo una restricción a la entrada de venezolanos al Perú argumentando que son una amenaza para la ya precaria situación del trabajador peruano.[4] La lógica detrás de esta posición es clara: dado que los venezolanos están desesperados por conseguir empleo y/o no tienen la documentación para empleos formales, son contratados por salarios menores a los salarios peruanos estándares (ya en sí bajos). La consecuencia no es solo el desempleo de peruanos sino una presión a la baja en los salarios, ya que los peruanos ahora tendrán que exigir menos, debido a que el empleador siempre podrá encontrar un venezolano dispuesto a hacerlo por menos. Las reacciones de otros políticos a esta propuesta, en este primer momento, se han visto unificadas en su oposición a la propuesta del congresista Apaza.[5]

Como se ha visto en la respuesta de los políticos, las razones para oponerse a esta propuesta de prohibir o regular la entrada de venezolanas son variadas. Una que se ha movilizado bastante a nivel de medios y comentaristas es el argumento económico. Como dice el ministro de Trabajo Barreda, “la teorías modernas descartan que el factor migratorio distorsione los mercados laborales en cualquier parte del mundo”.[6] Esta posición se basa en comentarios como el del investigador en temas laborales de GRADE, Miguel Jaramillo, quien ha señalado que las ventajas de la inmigración son mayores a sus desventajas.[7] En todo caso, aunque sea natural que la entrada de mano de obra no calificada puede abaratar el empleo en algunos sectores (sobre todo aquellos con mucha rotación como restaurantes y demás) este efecto sería minúsculo porque los venezolanos son pocos en términos relativos.[8] Esto contrasta con la idea generalizada de que los venezolanos estarían prácticamente invadiéndonos, percepciones similares a las que se generaron en países europeos con relación con la población musulmana. En este último caso, se puede ver cómo en encuestas que preguntaban por la percepción que se tenía sobre la presencia musulmana en sus respectivos países a veces triplicaban en cantidad al número realmente existente.[9]

Esto puntos son importantes, pero también es importante no caer en la demonización del argumento de Apaza, tildándolo rápidamente de ignorante o fascista. Este rápido reflejo entraña  una demonización a la clase trabajadora, que ha sido un gran error de políticos progresistas en otras latitudes y que han generado la alienación de estos grupos con respecto a sus proyectos políticos.[10] Además, esto se basaría en una particular representación de la economía como un todo unido armónico, en vez desde los antagonismos que la atraviesan. Aunque el saber de la teoría económica plantee que en el cálculo final el efecto es positivo, también es cierto que el hecho que haya sectores afectados (trabajadores informales, o poco calificados) implica necesariamente un problema social que puede precisamente impedir que se llegue a esos esperados resultados positivos. Asimismo, no se debe dejar inadvertido el contrabando ideológico que se esconde muchas veces en las declaraciones de buenas intenciones y solidaridad sudamericana, sobre todo por parte de políticos y comentaristas que se la han pasado boicoteando proyectos de integración sur – sur a favor de pactos bilaterales con los Estados Unidos.[11] No debe desestimarse la utilidad que puede tener para la clase empresarial reducir el poder creciente que va ganando los trabajadores en comparación con la situación cómoda post-ajuste estructural.

Pero más interesante, me parece, es seguir la idea lukacsiana planteada al inicio y ver cómo en estos malestares generados alrededor de la cuestión de la inmigración venezolana lo que asoma es un asunto estructural, la unidad del sistema. Esto es algo que se manifestó de manera mucho más trágica – y parece ya completamente olvidada –  en el incendio en las Malvinas el año pasado: la precaria situación de la economía peruana con respecto al trabajador.[12] Somos una economía que mientras por un lado crece y proyecta un prestigio de país cercano al desarrollo; por otro lado continúa condenando a gran parte de su población a tipos de trabajo de escasa producción de valor, lo que implica baja calificación y menos perspectivas de salir de la pobreza o la vulnerabilidad a través del empleo. La presencia de los venezolanos y sus propias urgencias lo que hace es revelar nuevamente este problema estructural de nuestra economía, algo que no cambiará con el aumento de precios de cobre, no si no hay una decidida intención en cerrar las múltiples brechas en la economía que la condenan a la baja productividad.[13]

En este sentido, es importante delinear el problema que se asoma con la migración venezolana no como algo que oponga a los trabajadores peruanos con los venezolanos, sino más bien como una oportunidad para articularlos en hacer visibles la injusticia que significa la persistencia de una precariedad laboral en medio de décadas de crecimiento económico acelerado. Ese es el internacionalismo por el que vale la pena luchar.

Notas 

[1] Ver Lukács, G. Historia y Consciencia de Clase. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1970.

[2] Ver https://disonancia.pe/2017/09/11/re-imaginando-la-economia-politica-y-representacion-de-los-indicadores-economicos-1/ , para un desarrollo propio alrededor de esta relación entre la economía y su representación.

[3] Ver Jaeggi, R. Kritik von Lebensformen, Frankfurt: Suhrkamp, 2014.

[4] https://elcomercio.pe/politica/congresista-apaza-pide-restringir-ingreso-venezolanos-peru-noticia-492674

[5] Las reacciones en contra han ido de la izquierda a la derecha, esto no quita que los argumentos sean distintos para oponérseles: https://elcomercio.pe/politica/marisa-glave-venezolanos-repitamos-argumentos-derecha-noticia-492713, https://elcomercio.pe/politica/rechazan-declaraciones-apaza-ciudadanos-venezolanos-noticia-492684

[6] http://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/barreda-teorias-modernas-descartan-que-migracion-distorsione-mercados-laborales-n308567

[7]  http://rpp.pe/economia/economia/migracion-venezolana-puede-afectar-el-empleo-en-el-peru-noticia-1101152

[8] En términos más generales, la teoría económica plantea la hipótesis de que las fronteras abiertas son más eficientes en todos los casos, esta hipótesis se ha tratado de probar en diversos escenarios recientemente, ver por ejemplo: https://www.cgdev.org/files/1425376_file_Clemens_Economics_and_Emigration_FINAL.pdf  https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12266702 http://www.nber.org/papers/w18307

[9] Ver, https://www.theguardian.com/society/datablog/2016/dec/13/europeans-massively-overestimate-muslim-population-poll-shows . Hay muchas razones para estos resultados, muchas de orden cognitivo, dado que advertimos la diferencia y lo usual pasa desapercibido, la otra razón está que muchos de los migrantes –  en el caso peruano – circulan en los trabajos que exigen contacto con las personas (restaurantes, tiendas, etc.), por lo que se hacen también más visibles.

[10] Ver Jones, Owen, Chavs, la demonización de la clase obrera. Madrid: Capitán Swing, 2012.

[11] En los últimos 15 años, en los que proliferaron varias iniciativas de fortalecimiento latinoamericano, el Perú optó (con PPK-Toledo y luego Araoz-García) por el TLC con EE.UU. y luego la Alianza del Pacífico, una alianza más comercial que de solidaridad.

[12] Ver una elaboración al respecto en https://disonancia.pe/2017/06/30/el-infierno-de-las-malvinas-sigue-ardiendo-informalidad-y-capitalismo-en-el-peru/

[13] Ver con respecto a las brechas que hacen de la economía peruana heterogénea y poco productiva, Gonzales de Olarte, E. La economía incompleta. Perú 1950-2007

 

Créditos de la imagen: cde.peru.com

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